Vigor Mortis’, de OtraDanza, llega al Teatre Rialto de València

‘Vigor Mortis’ es una producción de la compañía valenciana OtraDanza. El espectáculo ha sido dirigido por Asun Noales, que ha contado en la dirección escénica con la colaboración de Rulo Pardo, director de la compañía seXpeare, está interpretado por la propia Asun junto a Carlos Fernández, y se ha trabajado con el equipo habitual. La escenografía es de Luis Crespo, y la iluminación, de Juanjo Llorens. 

OtraDanza es una compañía residente en L’Escorxador CCC de Elche, ciudad natal de Asun Noales, donde fundó en 2007 esta compañía. 

El espectáculo fue estrenado el pasado 23 de enero en el Teatro Circo de Murcia. 

‘Vigor Mortis’ se pregunta sobre la vida más allá de la vida. Nos habla de ese otro lado, de lo desconocido. Es un relato de pesadillas y ensoñaciones, un trágico viaje a lo insondable del alma humana. 

‘Vigor Mortis’ es la expulsión de la morada como metáfora de destierro de la propia vida. El espectáculo se construye al abrigo del carácter insólito o milagroso de lo ordinario. Se muestra en el detalle de los gestos, en la melancolía silenciosa de la mirada, en la afectiva incertidumbre de lo cotidiano. 

La escritura coreográfica y el trabajo de cuerpo realizado por Noales y Fernández partió en un principio del juego, a través de improvisaciones, contando inicialmente con la asesoría del coreógrafo Gustavo Ramírez Sansano, y posteriormente fue fijándose a través de la dramaturgia de Rulo Pardo y la creación de ambos intérpretes. La participación en la dirección escénica de Pardo ha añadido dramaturgia y teatralidad al espectáculo y una dosis de comedia y gestualidad característica de sus propios trabajos y que aquí se integra a la perfección con el lenguaje abstracto de la danza. 

En ‘Vigor Mortis’ también hay «un momento de cuestionamiento, de pensar en qué pasa con la vida cuando te haces mayor en este mundo de la danza. Hay una predilección por apostar por gente nueva y joven, y los creadores que ya tenemos más tiempo y experiencia nos quedamos atrás», reflexiona acerca de las motivaciones de este dueto, que ha pasado por muchas facetas hasta finalmente centrarse en tres ejes: la casa (omnipresente en la escenografía de Luis Crespo), los sonidos y la pareja, aunque no la pareja convencional, pues queda abierta la posibilidad de que sean hermanos, amigos, conocidos o desconocidos, moviéndose en un lugar en el que llevan años o al que a lo mejor llegaron hace un rato. Un sitio en el que están o estuvieron. Una obra con cierto aire espectral que cree en la energía que dejamos en los lugares que hemos habitado.

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